miércoles, 30 de octubre de 2013

Análisis Satanás

Satanás: los deseos que se encuentran en el infierno

Por: Natalia Tamayo Restrepo

Y Jesús les dijo: Aquel de ustedes que esté libre de pecado, que tire la primera piedra (Juan 8:8)

La noche del 4 de diciembre de 1986 en Bogota, Colombia, un excombatiente de Vietnam, asesinó a más de 30 personas; suceso que el escritor Mario Mendoza decidió utilizar para escribir Satanás, libro basado en la historia protagonizada por este ex comandante y que se cruza con la vida de una estafadora y un padre que le dan vuelta al concepto de pecado y soledad.
La adaptación al cine la realizó Andy Baiz, un visionario cineasta colombiano que capto la esencia y el poder de los deseos carnales y espirituales del hombre que en muchas ocasiones lo llevan a actuar en contra de lo que es, o que al contrario devela cual es esa identidad del ser que siempre estuvo retenida.

Las diferentes manifestaciones que presenta el pecado en el film es lo que más me atrae, pues este se manifiesta con la lujuria, la avaricia y la muerte, todos acompañados de una insaciable soledad que le da significación a lo que se tiene y lo que se perdió.
El personaje de Paola, una joven vendedora de tintos de una plaza de mercado que en procura de una mejor vida se convierte en una estafadora de hombres adinerados, cayendo así en el pecado de la avaricia y más tarde en el de la muerte. Ernesto un cura de la iglesia católica se enfrenta a un caso de asesinato en su comunidad (una creyente que estaba en la pobreza extrema y que decidió asesinar a sus hijos para que no sufrieran mas)  y como humano que es sufre a causa de las debilidades del corazón y la lujuria de la de la carne. Y Eliseo, un militar retirado que dicta clases de inglés particulares, que se envuelve en el deseo por una mujer que lo lleva a la locura y a la muerte.

El 2007 fue el año que se estreno la película, un año que en materia de estrenos en el cine colombiano, tuvo aproximadamente unos 10, entre los que se encuentran películas como bluff y paraíso travel. Y fue grabada en Bogotá, la capital del país, una ciudad friolenta por clima pero en la que muchos de sus habitantes también son así, personas frívolas, poco amables y que no comparten mucho de su vida con otros.

Como ya había mencionado, el film es una adaptación literaria del libro Satanás escrito por Mario Mendoza, y el libro fue inspirado en una historia de la vida real, en la que Eliseo (llamado así en la película y el libro) es en realidad Campo Elías Delgado, un veterano de la guerra de Vietnam que peleo en las filas del ejército de Estados Unidos y que el 4 de diciembre de 1986 asesinó a 30 personas e hirió a 15 más, en el edificio donde vivía y en Pozzeto, un restaurante de Bogotá, Elías antes de la masacre sobrevivía dando clases privadas de inglés y estaba desarrollando estudios de pregrado en la Universidad Javeriana., además,  estaba escribiendo un ensayo literario sobre la novela de Stevenson “El extraño caso del doctor Jekyll y Mister Hyde”, libro que la policía encontró entre su chaqueta después de los asesinatos. (1)

La historia me parece fascinante, todo lo que se cuenta siempre tiene una causa y efecto, y eso detona el conocimiento que tiene el guionista para escribir historias que captan la atención del público y que incluso tiene consecuencias después de ver la película, pues te  pone a pensar sobre temas como la dualidad que un ser humano puede tener, los conflictos, miedos y deseos que tiene y que perjudican la vida de otros.

En cuanto al manejo técnico, me parece muy interesante los manejos de cámara y el uso de planos detalles que usan en la película para mostrar acciones u objetos que narran más que las mismas palabras, es así como las gotas que caen de un grifo, unos stickers, las letras de un libro y las imágenes religiosas, hablan de la soledad que estos tres personajes viven a diario.

Ese silencio  que narra la soledad me gusta mucho, dado que la soledad para algunos es concebida como un temor que siempre rodea la vida del hombre y para otros (para mí) un tiempo para reencontrarse a sí mismo; pero esa misma relación entre silencio y soledad de la película me pone a pensar hasta que punto estar solo y estar rodeado de silencio, puede hacerle bien a tu salud mental, a tus deseos por alcanzar los sueños y metas que se tiene.

Otro de los tópicos que me llamaron la atención de este film es el del pecado; algún día hace mucho tiempo Jesús dijo que la persona que estuviera libre de pecado que tirara la primera piedra, y esas palabras de Jesús se relacionan con lo que muestran en la película. Al principio muestran una madre que asesina a sus hijos porque no es capaz de verlos sufriendo por comida, reacción que a mi parecer aunque es un poco demente, si se puede justificar porque sería peor en un futuro ver a los hijos sufriendo por las situaciones malas en las que pasarán. Luego Paola que paso por una violación decide tomar justicia por su propia cuenta y matar a esos violadores que abusaron de ella, reacción que para mi va demasiado lejos, pues nadie es dueño de la vida de la gente para ir quitándosela cuando quiera, aunque como se dice por ahí: se debe de vivir una situación para entender lo que los otros hacen. Después, Ernesto, el cura de la iglesia se vio supremamente tentado hacia las mujeres y hacia los placeres de la carne que decidió dejar su llamado al sacerdotado y convertirse en un humano que disfruta del sexo, las mujeres y la vida, decisión que felizmente comparto ya que un hombre aunque tenga “el llamado” para el sacerdotado sigue siendo hombre que siente, que ama y que se apasiona por otras personas. Y finalmente Eliseo que llevaba una vida tranquila hasta que se enamora de Natalia, su estudiante de inglés, acción que le crea una locura cuando se entera que ella no siente lo mismo, y que provoca el asesinato de su estudiante, su madre, y otras 28 personas que sufrieron a causa de su locura.


En conclusión el pecado en este filme es tan fuerte, tan amargo y a la vez tan sorprendente que hace de esta película una de mis favoritas del cine colombiano y convierte a Andres Baiz en un director al cual admirar, pues logró a través de las imágenes captar esa maravillosa esencia que tiene el proceso de cambio de un individuo normal, al de un asesino que consumido por la soledad y la frialdad de la gente decide que lo mejor es terminar con su vida, haciéndolo de la forma en la que pueda honrar ese pasado que para él fue tan glorioso. Asesinatos devastadores que unieron las historias de vida de varios pecadores que al final terminaron en un infierno terrenal que los consumió a todos.


Por: Natalia Tamayo Restrepo 

Andi baiz sobre la cara oculta


Trailers películas a Analizar

Roa:



La cara oculta:


Satanás:


jueves, 17 de octubre de 2013

Filmografía

Hoguera: Cortometraje realizado en el año 2006. Hoguera es una meditación acerca de la libertad, la fragilidad del hombre y del pathos inescapable que habita en los núcleos familiares.

Satanás: Largometraje realizado en el 2006. Inspirada en hechos reales y basada en la novela, SATANAS de Mario Mendoza. Trata sobre un trío de historias entrelazadas que ilustran la interconexión de eventos en nuestro mundo, y el efecto dominó que las acciones de una persona pueden tener sobre la vida de otro.
La Cara oculta: Es un thriller en el que baiz juega con el suspenso, la seducción y las emociones fuertes, que agitan al espectador. No tanto como terror, sino como algo más visceral. Los movimientos de cámara son controlados, técnicos y elegantes; un cine más clásico.
Roa: Largometraje realizado en el año 2013. Basado en hechos reales sobre Juan Roa Sierra, el presunto asesino del caudillo liberal Jorge Eliécer Gaitán, político y abogado colombiano, candidato disidente del partido Liberal a la Presidencia para las elecciones de 1950.

RASGOS DE ESTILO EN SUS PELÍCULAS
- Realiza una larga investigación de las películas basadas en hechos reales (Satanás y Roa), dado que Cualquier persona que pretenda decir que fueron así los hechos, estaría mintiendo porque no hay la documentación que con certeza  que diga que pasó.  
- Le gusta que sus películas contengan poesía, que después combina con la creatividad y la imaginación
- Historias que se ven unidas por la tragedia, en una alegoría sobre el poder Baiz logra films acéticos, fríos, distante y por momentos violentos.
- Se concentra en lograr un desarrollo profundo de la psicológia de sus personajes, dejando a un lado los estereotipos que existen en el país, rasgo que ha permitido que el cine colombiano evolucione y de grandes pasos para ser cine formato internacional

Filmografia
Roa (2013, película)
La cara oculta, (2011, largometraje - 103 minutos)
Satanás (2007, largometraje - 95 minutos)
Columbia (2006, comercial en defensa de la Ley de Cine Colombiana - 40 segundos)
Hoguera (2006, cortometraje - 16 minutos)
Sin decir una Palabra (2006, video musical - 3 minutos)
Penumbra (2003-2004, documental - 30 minutos)
Homenaje (2002, video musical - 3 minutos)
La Sesión (2001, cortometraje - 7 minutos)
Yo No Quiero (2000, video musical - 3 minutos)
Payaso HP (1999, cortometraje - 14 minutos)
Mass Production (1998, cortometraje - 5 minutos)
A Short Statement About War (1997, cortometraje - 2 minutos)

Billions Served (1997, cortometraje - 2 minutos)

miércoles, 16 de octubre de 2013

Sobre Andy Baiz...

                                           Andrés Baiz Ochoa, es un director de cine colombiano.



Nació en Cali, Colombia en 1975. Estudió Producción y Dirección de Cine en la Universidad de Nueva York (NYU) - Tisch School of the Arts.

A temprana edad se interesó por el mundo audiovisual, a tal punto de pedirles a los profesores del colegio hacer las tareas grabadas y no escritas.
• Después de graduarse fue apadrinado por el director de cine Francés Raphael Nadjari y junto con él produjo 4 cortometrajes de terror.

• Desde 2001 hasta el 2004, Baiz fue director, productor y editor de                                              la empresa de producción 

Entrevista Personal, estilo y personalidad

La siguiente entrevista es titulada: "La otra cara de Andi Baiz, realizada por Enrique Patiño en 2012.

En esta entrevista se puede conocer un poco la personalidad de este director de cine, sus gustos, sus pasiones, sus miedos y su opinión.

Cuando lea esta nota, Andi Baiz habrá dado cerca de cien entrevistas a todo tipo de periodistas. Habrá tenido que responder de trabajo, aspectos técnicos, anécdotas e incluso revelar detalles de su vida privada. Por eso responde con celeridad. Por esa práctica adquirida ante los medios, a cada pregunta pareciera tener una respuesta lista. Hasta que las preguntas lo sacan de la zona cómoda. “¿Dirige con rabia?”, indago. “No”, responde. “¿Qué le da rabia entonces?”, pregunto de nuevo. Se queda en silencio y no hago nada por romper el hielo en la conversación. Pasan dos minutos contados y el director de cine colombiano no logra encontrar la respuesta correcta. Un día después me llega un mensaje de texto al celular con su contestación.
***
Ese instante, el de la prisa y el de la respuesta que no llega, el mensaje al día siguiente y la forma en que habla, dan buena parte de las pistas sobre quién es este director que se balancea entre el éxito de taquilla y la apuesta por un cine con un estilo propio. Andrés Baiz es mucho más de lo que se ve, pero también lo que todo el mundo percibe: un tipo afable que no se cree la fama, un buena gente que hace lo posible por desmarcarse de las trampas del éxito, un hombre de buen humor que llama mompis a sus amigos y conocidos, un amante del cine que a sus 36 años, con dos películas encima, es capaz de un abrazo sincero o de caminar por la calle atestada de carros con un traje de gala al hombro como si acabara de salir de una tienda. Un caleño sencillo venido de una familia de industriales al que le gusta vestir bien y que defiende su estilo descomplicado y a la vez pulcro, que toma decisiones como comprarle de repente tres discos a un artista callejero y sentarse a animarlo a perseverar, que es impulsivo como cuando en el aeropuerto corre a ayudar a una señora con una niña en brazos que apenas puede con el peso de su maleta, y severo como cuando debe tomar una decisión compleja en el rodaje y la asume sin dilaciones y sin perder la chispa que lo caracteriza.
Ese es él. Es seductor en su sencillez y en su falta de coquetería directa con las mujeres, con lo cual muchas se anticipan y le declaran su admiración, como también termina siendo seductora el aura de desprotección que genera su forma casi cándida de ser.
Pero no solo es eso: también es el hombre que tiene tal oscuridad dentro de sí que es capaz de dirigir cintas de pasiones bajas y sucesos terribles como Satanás y La cara oculta. Es el que cuando sabe que alguien más contestó lo mismo que él pide cambiar la respuesta porque le interesa saberse original. Es el que odia las películas con mensaje y el que ama el universo de desolación moral del director alemán Michael Haneke, del que ningún espectador sale indemne. Es el hincha del América de Cali que creció en una ciudad cercada por el narcotráfico y aprendió de la violencia y del lujo a tener imaginación para superar las imágenes surrealistas de los ochenta y así crear las suyas, las propias. Es el que hace televisión por el confeso deseo de ganar dinero y también hace cine porque lo emociona hasta la médula. Y es el que defiende la supremacía del ego y el individualismo como virtudes, y tiene al libro El manantial de la filósofa Ayn Rand y a su protagonista, Howard Roark, como parte del camino a seguir.
“Es el ego que se distancia de la estupidez, de seguir a las masas, de la falta de estética. Es el que no mira por encima del hombro sino el de quien sabe lo que quiere”, explica. Y él lo sabía desde muchos años atrás.
***
Exactamente desde que tenía doce años se le metió en la cabeza que quería trabajar en el cine. Casi a diario iba a Unicali o al Autocine en su Cali natal, motivado por las historias del Gordo y el Flaco que veía en su niñez a las 7 de la mañana, y por las películas en betamax grabadas en un alquiler con ínfulas de museo que bajaba para los fanáticos del cine la señal de las antenas parabólicas. La devoción con la que asistía a los antiguos teatros convirtieron esas visitas en un ritual sagrado en el que se perdía, diminuto, en medio de la butaca de la sala en penumbras. Allí descubrió, con toda su magia, cintas como Goonies, Gremlins, Predator, Maniquí, Buscando a Susan, Este muerto está muy vivo o Tootsie. Nunca se imaginó en la pantalla. Porque desde entonces su obsesión fue la de desentrañar qué se requería para que esas historias nacieran y la gente acudiera a verlas. La afición por contar en imágenes cobró fuerza cuando una cámara Sony Hi 8 llegó a sus manos y él decidió filmar sus tareas de inglés, sociales y artes, y los profesores del colegio Bolívar impulsaron su idea. Lo curioso era que el más fanático cineasta de la clase fuera el que menos veía.
Andi siempre ha tenido problemas de visión y ha requerido tres operaciones. No puede ver en tercera dimensión por no tener binocularidad y porque su cerebro elige un solo ojo y alterna su visión para enfocar. Pero un antecedente lo animaba: el director de la primera película en 3D de la historia del terror, La casa de cera, nunca pudo verla en ese formato porque le faltaba un ojo. Al igual que el gran John Ford, cuatro veces ganador del Óscar como mejor director.
Su trabajo La rebelión de los girasoles ganó el premio a la mejor película de su colegio. Pero su familia era industrial, el cine a sus 17 años era una empresa absurda destinada a otros caleños locos que arañaban el arte con sus puras ganas, así que se decidió por el diseño industrial. Pero resistió poco. Se salió de la Javeriana y viajó a estudiar cine a Estados Unidos, primero en Pace University y luego en NYU, movido por esos genes familiares que le venían de su abuelo materno, que vendía taquillas de cine en Tolú, y del legado de la cámara súper 8 que guardaba los recuerdos de la familia y que ya entraba en desuso cuando él nacía, en 1975.
Mientras vivía en Sunnyside, en el barrio Queens, y se nutría del cine de los grandes estudios de los años treinta a la época dorada de los setenta, tuvo que trabajar en todo para sobrevivir. Fue portero en bares, buscó locaciones, detuvo el tráfico y hasta empaquetó discos. Con su acelere y su vocación vivas siguió viendo cine y eligiendo a sus directores favoritos porque “tenían oficio” y eran capaces de asumir lo que fuera. Desde Hitchcock hasta Wilder, pasando por Houston y Kapra. Durante los ocho años que duró aquella aventura logró montar una productora, Centro Films, para grabar videos institucionales. Pero un día, con todo y su amor por Nueva York, anunció que se acababa el viaje. Y que se devolvía al país. Allá era uno más entre una masa enorme de aspirantes. Acá –se dijo–haría cine.
***
Acá se siente cómodo ahora. En su apartamento exhibe un clarinete nuevo al que acaba de sacarle su primera nota, y que le regaló su novia hace poco. Atento a más no poder, prepara un café al estilo árabe para atender a su visita. En su dúplex del barrio La Macarena, en Bogotá, apenas caben los libros, que van desde la visión de Walter Broderick sobre el cura guerrillero Camilo Torres hasta las 1.001 películas para ver antes de morir. Una armónica delata que ama la música y que desearía interpretarla y sorprender a sus amigos con una destreza que todavía no logra tener. De fondo suena un disco de jazz, un amor que le viene de su estadía en Nueva York. Pequeños juguetes dispersos dejan en claro que es propenso al juego, que ama la vida y se goza lo que caiga en sus manos: un pequeño diablo acompaña a un cuarteto de pitufos y a un cubo de Rubik dispuestos en su ya característico aparente desorden. Pero lo que domina el espacio son los cientos de películas que conserva, entre ellas todas las de Orson Welles, y otras como El ángel exterminador de Buñuel, Satiricón de Fellini, Río Bravo, la argentina El aura, de Bielinsky, E.T. de Spielberg o Había una vez en el oeste, de Sergio Leone, con música de Ennio Morricone. Es un tremendo anfitrión. Y el espacio, lleno de todo, seduce por la misma razón que él lo hace: porque todo lo contiene y sin embargo no deja de lado la sencillez.
Esa suma de lo variado es Andi Baiz. Él es eso: se nutre de cada cosa que encuentra y esa libertad lo deja en paz consigo mismo. El que ama la isla de Providencia por sobre todos los lugares es el que recuerda con cinematográfica precisión que el día más nefasto de su paso por Nueva York no fue el 11/09 cuando cayeron las Torres Gemelas, sino el 12, cuando la ciudad se paralizó y los rostros mutaron del susto a la incredulidad. El que ama el olor del café es el que admite que en sus relaciones se da con intensidad y que el desamor termina dejándole el corazón vuelto añicos. El que fue capaz de internarse en el barrio La Candelaria durante seis meses para hacer la primera versión del guión de la novela Satanás en 2004, cuando Mario Mendoza les cedió los derechos a él y a su amigo de infancia Rodrigo Guerrero, es el mismo que tuvo la paciencia necesaria para esperar tres años, entre premios e inversionistas, hasta que viera por fin la luz su ópera prima.
Él, aunque es un impaciente de primera, en sus momentos de quietud se apaga y no dice palabra alguna. Él, un confeso neurótico, se abstrae en la soledad, sufre de perfeccionismo, sabe llevar su metódico plan de trabajo hasta el límite, y sin embargo se permite la risa y la improvisación. El terquísimo hombre que cree en sí mismo con la fe ciega del ganador, logró gracias a su arrebato rodar un corto llamado Hoguera, con el que fue elegido para la Quincena de Realizadores en Cannes, y gracias a eso todo el mundo supo que existía. Ese es Andi.
Un pragmático de principio a fin, que se enfrenta a colegas por su cercanía con el cine gringo y porque está convencido de que las películas son para que las vean muchas personas y que la industria del entretenimiento no riñe con “ser fiel al arte, sin concesiones”. El que tiene la humildad de aceptar que fue con el cine B que le enseñaba el director francés Raphael Nadjari que aprendió a rodar cintas de manera artesanal, no con las ínfulas del artista sino con la claridad de tener los pies en la tierra. El honesto que no hace cine para sicoanalizarse sino para contar una historia que lo emocione, y el que ahora trabaja en la historia de Roa, el asesino de Gaitán, una cinta con trasfondo político porque cree que hay que dirigir de todo y que, más allá del tema, la razón de ser del cine es transmitir emociones.
***
Ese instante, el de la prisa y el de la respuesta que no llega, el mensaje al día siguiente y la forma en que habla, dejan adivinar quién es Andrés Baiz. “Un mamagallista. Mi oscuridad surge cuando me pongo a confrontar a la gente consigo misma”, dice. En realidad, Andi habría querido ser físico o músico de no haber sido director de cine. Pero aprendió el tesón de sus abuelos paternos, inválidos por un ataque de violencia y aun así capaces de reconstruir sus vidas, y de sus padres, que sacaron a toda la familia adelante. Por eso lucha tanto, por eso responde cien entrevistas, por eso mismo hace cine, ese juego tan largo que le va tan poco a su personalidad acelerada. Se sabe femenino en su sensibilidad y creativo por esencia, agradecido con los que creen en él, entre esos su familia, y poseedor de un alto sentido de la estética. No porque piense en imágenes, sino porque le gusta plasmarlas en la retina de los otros.
Y porque le gusta retar, y la estética reta al espectador a no dejar de admirarla. Pero también porque le gusta la magia y la poesía tanto como la dureza y la oscuridad que residen en ellas. Pero sobre todo, porque admira el caos del amor, la fuerza destructora que arrolla todo a su paso, la posibilidad de apropiarse de todo en la vida de alguien y luego dejar de lado incluso a aquel que se entregó por completo. Tan yin como yang, tan oscuro como claro, tan sombrío como luminoso. Andi lo es todo: la luz que se proyecta sobre la pantalla y la oscuridad que se cierne sobre el teatro.
De repente se levanta y comienza a moverse en círculos alrededor mío, como un depredador que mide a su presa. Da dos giros. Se mueve con nerviosismo, se acomoda el cabello y se frota las manos. Es hora de parar: necesita irse y es incapaz de interrumpirme porque su bacanería es más fuerte que su urgencia de huir. Así que le abro el camino.
***
Lo que me da rabia –contesta un día después– es la estupidez. Es una lástima que la estupidez no duela. También me dan rabia la pretenciosidad en la gente y el esnobismo”. Al minuto me llama. “Mompis, gracias”, me dice. Mientras escucho su voz sospecho que pasó toda la noche pensando la respuesta como si fuera una escena inacabada. Hasta que la tuvo. Hasta que de su oscuridad temporal emergió la luz. Hasta que fue Andi de nuevo y la sonrisa volvió a posarse en él.

Tomado de: http://revistadiners.com.co/articulo/12_373_la-otra-cara-de-andi-baiz

Entrevista sobre la película ROA

En este video visualizamos la idea que Andi Baez tuvo para realizar la película Roa, de donde se inspiró, la razón de la elección de sus personajes y el porque decidió hacer la película sobre un personaje muchas veces catalogado como "Malo"

Entrevista Sobre el papel como director

Marlon Becerra en su programa Soles y Vientos, entrevista a Andy Baez, reconociendolo como uno de los mejores y actuales directores de cine colombiano.

Andy, habla en esta entrevista sobre el orgullo que la calidad del nuevo cine colombiano está produciendo.
             
                            Parte uno:

                     
                          Parte dos:
                                  http://www.youtube.com/watch?v=DwNY_RMzIXI



Entrevista sobre la Cara Oculta

Esta entrevista fue realizada por la revista Diner's.
Andy Baez, revela que en un año y medio reconstruyó el guión de la Cara Oculta, manteniendo siempre la idea central.
Con un rodaje un poco trágico, la película cuenta con una historia muy bien narrada y muy entretenida.

http://www.youtube.com/watch?v=7qRM_ihHKE4

martes, 15 de octubre de 2013

Sobre el Blog..

EL blog cine y critica es un espacio creado inicialmente para evidenciar el trabajo realizado sobre Andy Baez, director de cine colombiano, mostrar una investigación de su trabajo en el medio, las producciones que ha dirigido, que ha escrito y sobre todo, mostrar el estilo que tiene este director para narrar historias.